La Democracia en América Latina
Hoy en día Latinoamérica destaca
por una estabilidad democrática plausible y pareciera ser un paraíso de
crecimiento económico sostenido. Nos encontramos ante una nueva fase histórica
de la democracia latinoamericana, una etapa pos-transitoria que se quiere
desmarcar de los vetustos regímenes democráticos criollos, que quiere unos
Estados inclusivos, unitarios y plurales, que necesita de las urnas para legitimarse
y que busca por encima de todo estabilidad y continuidad.
En primera instancia cabe decir
que este cambio viene de la mano de un consenso latinoamericano para establecer
unos objetivos centrales sobre los que abordar el fin de un sistema que hacia
aguas. El primer paso fue la reforma colectiva de los textos legales. Si bien
es cierto que ataño, en su mayoría, se incluían formas democráticas, en gran
medida escaseaban los mecanismos para ejercer como tal ese principio. De manera
que la fase de reforma constitucional fue la semilla germinal del proceso de
estabilización de las democracias latinoamericanas, cerrando así el viejo
sistema oligárquico y exclusivo que se mantenía. Los pioneros en este sentido
fueron los Estados que ahora hablan en sus constituciones de plurinacionalismo,
descentralización, libertad de los pueblos etc. Como Bolivia, Colombia o
Venezuela. Por consiguiente podemos hablar
de ante un claro reconocimiento de derechos y libertades a colectivos antes
discriminados, que se manifiestan a través de movimientos políticos y que
disponen de relevancia en el plano político
De este modo podemos observar
como en los últimos veinte años en contextos postcoloniales se manifiesta una
retorica que reconoce como actores principales a diferentes grupos culturales,
que hasta entonces no habían tenido voz, siempre con cabida dentro de la idea
de un estado unitario. La
solución siempre era el estado federal, pero el modelo latinoamericano lo
incluye en una forma estatal unitaria. Un ejemplo de ello es el
reconocimiento de las autonomías, que se ha convertido en una
operacionalización nacional de las diferencias políticas. Se ha convertido en
la forma de gestionar la diversidad cultural a través de las concesiones de
autonomía soluciones territoriales.
Otro punto esencial que ha
marcado la deriva democrática latinoamericana es la lucha contra la pobreza y
las desigualdades sociales, que si bien es un tema delicado y de controversia,
no se puede negar los numerosos avances en desarrollo humano y erradicación de
la pobreza. Se trata de un combate en escala
al cual se enfrentan los Gobiernos y que deben abordar, sobre todo en
materia de reducción de la desigualdad.
Por último cabe decir a modo de
conclusión, que si bien se han hecho logros y se han alcanzado metas y limites
imprescindibles de democracia, aún existen materias sobre las que se tienen que
abordar soluciones serias y a largo plazo. Es el caso de la corrupción
política, la inseguridad ciudadana y en menor medida y como se ha mencionado la
desigualdades socio-económicas.
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