Cada año la UE pierde millones
debido al fraude fiscal, se señala a los bancos y su falta de transparencia como la causa, poniendo toda clase obstáculos para
acceder a la información opaca de alguno de sus clientes. Actualmente Bruselas ha
propuesto un sistema que obliga a intercambiar esos datos de forma automática.
Tal vez una medida que llega tarde, puesto que según el Presidente de la CE, la
evasión de impuestos hace perder a la UE
un billón de euros al año, el equivalente al presupuesto comunitario de
aquí a 2020 y más de lo que gastan los 27 en sanidad. Esto hace preguntarnos si ¿Es la Unión Europea a día de hoy protectora de paraísos fiscales? ¿Está
el potencial económico de la UE subordinado a los micro-estados financieros de
su entorno?
En cualquier caso debemos atender
en primera instancia a ciertos escrúpulos sistemáticos en forma de preceptos
metodológicos, que nos permitan diseñar el epicentro del análisis. Es así
necesario plantarse ¿Qué entendemos por Paraísos Fiscales? ¿Quiénes son? y
¿Cómo se formaron? De entre las muchas acepciones que podemos encontrar, no hay
más recurrente que la del profesor Vigueras:
Cualquier otro país, enclave o
isla que cubre con su nombre operaciones financieras que se realizan
físicamente fuera de su demarcación territorial “offshore”, pero que
contabilizan un volumen de depósitos bancarios y de actividad financiera que
supera el valor del PIB local.
En este sentido cabe decir que ni
la Comisión Europea ni los estados miembros de la UE tienen cifras concretas
sobre el fraude fiscal, debido a las cuentas bancarias extranjeras. Y ese
desconocimiento alude, como todo el mundo sabe, a una serie de delitos como el
incumplimiento de leyes fiscales y concernientes a las cuentas bancarias en
países extranjeros. Un claro ejemplo es España donde el importe de los
impuestos no pagados se supone incluido en la estimación de la economía
sumergida, que los organismos cuantifican en torno al 21% y que los expertos
califican alrededor de un 25% del producto interior bruto.
A raíz de la crisis asiática y rusa
de los noventa, el G-7 se mostró muy inquieto por la insuficiente regulación
financiera y por la protección de los inversores extranjeros, así es como nació
en el año 2000 de la mano del FEF (Foro de Estabilidad Financiera) el censo
de centros offshore. Ese mismo año la
OCDE publicaba una lista de 35 paraísos
fiscales que tendrían que detener sus prácticas prejuiciosas para el sistema
internacional, sus posteriores informes en 2009 y 2011, redoblando esfuerzos,
consiguieron dar mayor veracidad a sus estudios. Sin embargo la ONU tiene
censados hasta un total de 74 territorios, el cociente desde nuestra
perspectiva europea son dieciocho países y territorios que están en territorio
continental, islas adyacentes o territorios dependientes de los Estados
miembros de la UE, como es el caso de:
- Micro-estados de Andorra, Mónaco,
San Marino, Liechtenstein, Malta Y Chipre
- Las islas de Jersey, de
Guernesey, Alderney y Sark en el Canal de la Mancha, y la Isla de Man, todas
ella dependencias de la corona británica.
- Territorios británicos de
ultramar, como Gibraltar, las islas caimán, Bermudas, Anguila, Islas Vírgenes
británicas, Monserrat y Turcos y Caicos.
- Isla de Aruba y las Antillas
Holandesas como territorios autónomos del Reino de Holanda.
- Suiza y Luxemburgo (Aunque la
OCDE no los incluyera en la lista)

En una sociedad globalizada como
la nuestra hemos podido observar cómo han ido desarrollándose los paraísos
fiscales al abrigo de la falta de regulación. Los efectos dañinos que resultan
de las actividades financieras que efectúan y los pingües benéficos que
obtienen gracias a ellas, contribuyen al desequilibro de la economía-mundo
capitalista, como la evasión fiscal de grandes fortunas, el blanqueo de
capitales de origen ilícito y financiación del terrorismo entre otros. Por otro
lado podemos afirmar que los paraísos fiscales son grandes generadores de
pobreza y desigualdad social, especialmente en los países de la periferia, ya
que con la evasión fiscal se impide la inversión en los servicios públicos
básicos (sanidad, seguridad social etc.). Así
mismo existe un gran preocupación por parte de los Estados en lo
concerniente a la pérdida de ingresos fiscales, efectos sobre la opinión
pública en torno a la elusión y evasión fiscal, que se produce en la eurozona,
y por la infiltración de las organizaciones criminales y de las instituciones
económicas que erosionan arduamente las democracias de los países miembros.
Continuando con nuestro análisis
es necesario abordar las políticas de la Unión Europea en los últimos años que
han podido contribuir a la situación actual. En este sentido los propios
documentos de las instituciones sirven para evidenciar las repercusiones de los
paraísos fiscales hacia los ciudadanos europeos y el funcionamiento de la
Unión.
En primer lugar debemos señalar
al Consejo Europeo, como máxima autoridad de la UE, que afirma no poder
garantizar una política de los estados contra los negocios sucios del
narcotráfico, comercio de mujeres e inmigrantes, de la financiación de grupos
terroristas y mafiosos y la corrupción inmobiliaria sin la cooperación de los
paraísos fiscales, como se dijo en la reunión del Consejo europeo en Tampere.
Así mismo hay que atender el mal
llamado Código de conducta contra las prácticas fiscales perjudiciales,
acordado en el Consejo europeo en 1997. Su aplicación estricta planteaba el
riesgo de que el capital huyera fuera de la Unión, por lo que se hacía
necesario que se aplicara en territorios asociados y dependientes de los
Estados miembros. Es por tanto que como las disposiciones del Código eran solo
recomendaciones y sobre todo que los territorios aludidos no pertenecían a la
UE, solo la presión política ha logrado avances modestos para la eliminación de
estas prácticas fiscales.
A pesar de las repercusiones
políticas y económicas negativas para los países de la UE, una serie de leyes
vigentes y de políticas europeas de los últimos años han ayudado al desarrollo
de importantes paraísos fiscales en los mencionados micro-estados del
continente y territorios de ultramar británicos y holandeses, como:
La política exterior ambigua del
Consejo europeo y la Comisión en cuanto a concretar acuerdos bilaterales con
los micro-estados de estatus europeo como Andorra, Mónaco, San Marino y
territorios del Caribe británicos. En este sentido el Consejo Europeo certifica
el hecho de que nadie cuantifica la fuga de capitales hacia los países y
territorios catalogados como paraísos fiscales, admitiendo incluso que las
políticas tributarias se sometan a la voluntad de estos micro-estados y de
Estados Unidos como sucede con los acuerdos bilaterales de 2005.
Hasta la fecha el espacio financiero europeo carente de
supervisor comunitario, prohíbe a los Estados cualquier medida de control sobre
los movimientos de capitales hacia los paraísos fiscales y favorece la
competencia desleal de empresas ofreciendo sus “bajos costes fiscales”.
La renuncia de la Unión por una
política comunitaria de armonización de las políticas fiscales entre estados
miembros, juega en beneficio de estos paraísos financieros y de los intereses
de los depósitos bancarios que se aprovechan de los limitados efectos de las
medidas de intercambio de información o retención fiscal.
Como resultado de estas políticas
comunitarias tenemos la actual vulnerabilidad de los Estados miembros en lo
concerniente al campo financiero y aplicación efectiva de su legislación
nacional. Así mismo, el actual planteamiento del espacio financiero europeo sin
fronteras externas favorece la disponibilidad de los paraísos fiscales,
rediciendo competencias y debilitando la capacidad de respuesta de los estados
como sucede actualmente.Y es que ya lo dijo uno de los
analistas más prestigiosos exdirector ejecutivo del Banco Mundial y también
exdirector de la revista “Foreing Policy” Moisés Naím:
Es necesario reconocer en la
actualidad que el sistema financiero global es fundamentalmente distinto a hace
sólo quince años. Para empezar, es inmensamente más grande… Pero el sistema no
solo ha crecido en volumen sino también en complejidad.
En este análisis de la realidad
europea debemos añadir el rasgo e la opacidad que caracterizan las operaciones
que se apoyan en los centros financieros y que tiene una dimensión política
generalmente ignorada porque afecta a operaciones transnacionales financieras
al control y la supervisión de las autoridades de los Estados y con el
atractivo de las ventajas tributarias que reducen los costes fiscales acentuando
la competencia fiscal entre estados. Ante esta situación los miembros de la UE
se encuentran bastante vulnerables y con escasa autonomía para diseñar
políticas fiscales defensivas frente a los paraísos fiscales.
Por otra parte la vana coordinación
en el ámbito comunitario de la libre circulación de capitales y la libre prestación de servicios financieros,
trae consiguió un espacio para facilitar su actividades delictivas. Actualmente
la Europa de los paraísos fiscales prospera de forma descarada gracias al
capital que protege complacientemente. Es también la Europa del mundo
financiero y de los bancos, donde el secreto bancario es a menudo, una coartada
y una tapadera al que se aferran países dependientes del capital financiero
como Austria.
Así mismo, el artículo 56 del
Tratado Constitutivo de la comunidad Europea prohíbe las restricciones a los
movimientos de capitales y a los pagos entre estados miembros, y también entre
estos y tercero países. Una vez más podemos ver como se da prioridad al mercado
y a su libertad de funcionamiento sin que se prevea la supervisión de la UE,
como autoridad supraestatal, de las
operaciones financieras dentro y fuera de su territorio que aplique
rigurosamente medidas antiblanqueo. Y es que mientras los productos agrícolas en
la UE se someten a barreras legales en las fronteras exteriores de la Unión,
por el otro lado, los préstamos interbancarios, acciones y todo el resto de los
llamados productos o activos financieros son libremente comercializados en las
bolsas internacionales. Por tanto la UE lejos de conformarse como un bloque sólido
en el plano financiero parece un espacio abierto y libre a la circulación de
capitales donde compiten los paraísos fiscales.

De algún modo toca echar la
moneda al aire y plantearse ¿Continuará Europa dejándose avasallar por el mundo
las finanzas? ¿Seguirá Europa subordinando sus políticas externas e internas a
la voluntad de los centros financieros? Cabe decir, que ya estamos vislumbrando
como ciertas políticas europeas escudan a países y regiones señalados por la OCDE
como paraísos fiscales, que con sus singularidades financieras poco
transparentes y de escasa o nula tributación, compiten ventajosamente como
segundos clientes de la eurozona tras los EEUU.
Así mismo podemos observar como
el comportamiento de estos inicuos entes financieros atentan contra los
principios democráticos y el desarrollo en la eurozona. El proceso de lucha
fiscal a nivel europeo destruye los cimientos sobre los que se sustenta el
contrato social europeo, al verse los países miembros de la UE obligados a
competir con las fastuosas ofertas fiscales que brindan estos micro-estados. La
composición de la UE como un sencillo espacio para los mercados financieros
mundiales la vuelve el perfecto hábitat para las entidades bancarias,
aseguradoras y financieras en la Isla de Man, Suiza u otros centros financieros,
un lugar donde los capitales se entrelazan saliendo y entrando sin ninguna
supervisión comunitaria.
Como consecuencia, los Estados
miembros de la UE y sus economías resultan cada vez más vulnerables frente al
mundo de las finanzas, como revela la crisis de las hipotecas de EEUU y su consiguiente
contagio europeo. La actual configuración de las instituciones europeas además
de acentuar la competencia entre sus socios por aminorar los impuestos sobre el
capital, genera pérdidas de ingresos fiscales que amenazan al Estado de
Bienestar, reduce la capacidad para proteger a pequeños ahorradores e
imposibilita el combate eficaz contra el blanqueo internacional de dinero sucio
y la corrupción inmobiliaria.